Este é
um daqueles artigos dos quais se recomenda a leitura integral. Tratando-se de um capítulo de
um livro recém-lançado, fica a vontade de
o ler por completo.
Aqui o deixo
o artigo, quase na íntegra.
É directo e certeiro. Explica, entre outras coisas, de forma sucinta mas clara, alguns aspectos característicos da islamização da Europa em curso, entre os quais a aliança vermelho-verde, socialistas/comunistas-islão e a bizarria do avultado dispêndio com subvenções sociais ― as quais deixam exangue os estados-sociais europeus ― dirigido a uma emigração a qual, segundo os seus apologistas, seria indispensável para sustentar esse mesmo estado para cuja ruína estão a contribuir, por um lado por esta via da falência financeira; por outro, por via da resistência à adopção dos valores basilares desses estados e das persistentes acções para impor o modo islâmico de vida ― e.g., segregação sexual nos cinemas, teatros, escolas, piscinas públicas, etc.
Enrique De Diego, um nome a fixar.
El fracaso en la integración de los musulmanes en Europa
La integración de los musulmanes ha resultado un fracaso en toda Europa. No hay ninguna nación que presente una valoración positiva en este terreno. A los atentados de terrorismo indiscriminado, se unen las continuas amenazas a la libertad de expresión y la formación de barrios islamizados. Nadie se inventa nada cuando sitúa a los musulmanes como los más refractarios a la integración en las sociedades europeas. Eso es una evidencia a la vista de todos. Los ciudadanos europeos han detectado con claridad la existencia de un problema y han dejado de seguir los dictados suicidas de sus acomplejadas y decadentes clases políticas. El problema es real y las perspectivas no son halagüeñas. Es preciso revertir la situación. Y hay que ir por esta senda con determinación. Es obligada la expulsión del territorio europeo de todos aquellos que aspiran a terminar con la libertad y a imponer su religión mediante la violencia. Los integristas deben ser de inmediato expulsados.
Grosseros errores del pasado
No tiene sentido que los contribuyentes financien con sus impuestos la amenaza. Ninguna inmigración puede integrarse si es subsidiada (...).
Buena parte de los males estriban en un modelo europeo fracasado que se ha creído toscas mentiras como que la educación y la sanidad estatales son gratis, cuando es notorio que resultan muy ineficientes, muy caras, y por supuesto financiadas por los contribuyentes. Son precisas reformas muy profundas de esos sistemas, y del modelo en su conjunto.
La inmigración, a la que se ofrece esos servicios, sin contribuir, no es la causa de la quiebra del sistema, pero, sin duda, actúa como catalizador. La cultura de la subvención ha de terminar para los inmigrantes, pero también para los europeos de origen. No funcionan así las sociedades. Sólo salen adelante y generan progreso con trabajo, esfuerzo e iniciativa.
"Inmoral y absurda"
La idea de una inmigración humanitaria es inmoral y absurda, puesto que atrapa a los inmigrantes en un callejón sin salida y los lleva a la marginalidad. Si el modelo europeo cae, y no se transforma, no servirá para nadie.
Los musulmanes plantean un problema específico, pues son formados en una doctrina que les enseña a odiar a los demás. Ningún sentido tiene financiar su expansión, conceder terrenos para sus mezquitas, ni subvencionar sus organizaciones. El porcentaje de musulmanes ha de ser reducido, desde ya, para no poner las bases de conflictos futuros graves.
Cada nación es muy libre de establecer los criterios por los que está dispuesto a acoger a gente. Ninguna inmigración puede funcionar si no está relacionada con el contrato de trabajo, pero también resulta económicamente más rentable y socialmente más compatible una emigración que respete las pautas culturales y los valores de la nación de acogida. En España, esas condiciones se dan en la inmigración iberoamericana(1).
¿Quién financia las mezquitas?
La creación de barrios religiosos, islámicos, es el fruto habitual de coacciones y de una impunidad en el respeto al Estado de Derecho que, en ningún caso, han de ser toleradas.
Es preciso abrir una investigación en el ámbito europeo respecto a la financiación de las mezquitas, y a la intromisión de Arabia Saudí en la vida de otras naciones, y actuar en consecuencia. En mi opinión, las mezquitas no han de ser permitidas, pues desde ellas se difunde el odio y se hace apología del crimen y de la violencia, así como de muy agresivas restricciones a la libertad personal, incluyendo la minusvaloración de la dignidad de las mujeres.
Ni la libertad de expresión, ni la libertad religiosa amparan la apología del crimen y del genocidio, ni el asesinato del disidente o del infiel. Nadie se inventa nada. Estas son cuestiones obsesivamente presentes en el islamismo.
No vale ya una estrategia a la defensiva, sino una actitud coherente y a la ofensiva en defensa de los valores occidentales, que pasan por el respeto de la dignidad de la persona individual. Es preciso rechazar las monsergas suicidas del multiculturalismo. Es hora de erradicar esa consumada estupidez de lo políticamente correcto.
Expulsados de inmediato
Las sociedades europeas están despertando del letargo al que han estado sometidas. Quienes acepten los valores occidentales pueden continuar, sin subvenciones, ni privilegios. Quienes aspiren a acabar con ellos, no han de tener cabida en nuestras sociedades. Y han de ser expulsados de inmediato.
Eso lo marca el mínimo de sentido común y el instinto de supervivencia. Aún no es tarde. El problema tiene solución, con claridad de ideas y firmeza en las convicciones: Europa nunca será Eurabia.
Mascota de los socialistas
Muchas gentes se extrañan de la simpatía que los socialistas muestran hacia los musulmanes y hacia todo lo islámico.
Mientras los socialistas de continuo perpetran ataques hacia la religión cristiana y las prácticas del cristianismo, exigiendo que sean reducidas al ámbito de lo privado, con la misma constancia promueven la expansión social del islamismo y fomentan, mediante donaciones de terrenos, la construcción de mezquitas o ceden locales públicos como sedes de asociaciones islamistas o están prontos a subvencionar cualquier manifestación islámica de apariencia cultural.
Esta curiosa sintonía fluye a pesar de evidentes contradicciones. Es notorio que los islamistas nunca corresponderán con cordialidad hacia quienes se proclaman agnósticos o ateos. Ni la más mínima piedad se establece para los tales en el texto canónico islámico. Los socialistas se muestran tan radicales en el feminismo (...) que han inventado lo que denominan ‘ideología de género' como uno de sus más constantes ejes de comunicación.
Sin embargo, nadie como el islamismo proclama la inferioridad de la mujer respecto al varón, lo cual se manifiesta en costumbres como la venta de la novia, sin atender lo más mínimo a su libertad, o en el propio velo. De manera pasmosa, los socialistas no hacen la más mínima censura hacia esas vejaciones públicas. Mientras siempre tienen en la punta de la boca la acusación de machismo o combaten, hasta extremos delirantes, ese pecado genérico del sexismo, toda esta pasión desplegada se acaba en el rompeolas de las mezquitas, donde las mujeres han de ocupar lugares que ejemplifican su consideración ínfima.
A los homosexuales se les castiga
No es la única extraña y patente contradicción de los socialistas, quienes llegan a pedir retribuciones compensatorias a los descendientes de los moriscos. Así, los socialistas han hecho del matrimonio homosexual uno de sus principales logros.
Consideran como uno de los peores pecados laicos la homofobia, cualquier muestra de descrédito hacia quienes se sienten atraídos por el mismo sexo. Sin embargo, aunque, los homosexuales no son infrecuentes en las sociedades islámicas, la homosexualidad está penada en todas las naciones de mayoría islámica, y en varias con la muerte.
Se producen habitualmente colgamientos de grúas de homosexuales en Irán. Ni la más mínima condena emiten los socialistas contra tales salvajes castigos. Es notorio que el llamado día del orgullo gay, tan generosamente subvencionado, no podría celebrarse en ninguna ciudad musulmana.
Estas toscas y abrumadoras contradicciones, exaltación del más absoluto absurdo, son sostenidas de manera tan constante como acrítica por los socialistas, a pesar de que cuando los islamistas han llegado al poder, por supuesto, una de sus primeras medidas ha sido liquidar físicamente a sus extraños mentores y aliados. Así sucedió en Irán.
Socialistas y comunistas contra el sha
Socialistas y comunistas compartieron con Jomeini la lucha contra el Sha, pero cuando éste fue derrocado y declarada la república islámica, sus compañeros de viaje desparecieron de la escena. Como una macabra reproducción de los juicios estalinistas, los dirigentes del partido comunista iraní aparecieron en la televisión oficial abjurando de sus errores y proclamando las virtudes del islamismo, para ser de inmediato ejecutados.
¿Por qué, entonces, los socialistas persisten en esta senda manifiestamente suicida? ¿No les debería llevar su pretendido laicismo a ser especialmente severos en la crítica al integrismo y al islamismo, en su conjunto, donde la unión entre política y religión es completa?
Una primera respuesta es que los socialistas han situado como su principal objetivo la demolición del cristianismo y, en el caso de los españoles, de la Iglesia católica. Se establece, de esa forma, una sintonía frente al enemigo común. No es el único. Los islamistas se presentan como la alternativa planetaria contra el capitalismo y las sociedades que son en algunos aspectos liberales, dispuestos a llenar el vacío dejado por el fracaso del socialismo real.
Ahí se da otra comunidad de objetivos. Ambos, socialismo e islamismo, muestran dosis de resentimiento hacia Occidente y comparten el resquemor frente a la libertad personal. Son diferentes antítesis de Occidente.
Un odio a Occidente
Ese odio a Occidente como concreto de paralelismos muy alejados y, seguramente llamados a confrontarse, es muy visible en la alianza de Hugo Chávez y su socialismo del siglo XXI, con Mahmud Ahmadineyad y su integrismo chií. Para Ahamadineyad, por ejemplo, "Irán y Siria tienen la misión de crear un nuevo orden mundial basado en la justicia y en Alá".
Es un fundamentalista en las antípodas de la reedición bananera y megalómana de los más groseros errores comunistas perpetrada por el golpista venezolano, pero ello no es óbice para que Venezuela aporte gran parte del uranio necesario para los planes armamentísticos nucleares de Irán, ni para que aparezcan, en cuantas ocasiones pueden, juntos en las fotos con un objetivo común: la destrucción de Occidente (...).
Beatería progressista
Ese socialismo, o aún bajo las siglas tradicionales o disfrazado bajo esa moda nihilista y destructiva de lo políticamente correcto, norma de la beatería progresista, ha interiorizado la mentalidad de ungido y ha elegido a los musulmanes como uno de sus grupos mascota.
Los ungidos -estudiados por el economista estadounidense Thomas Sowell- tienden a considerar que los problemas son resolubles mediante la coerción estatal y parten de que toda desviación de la conducta humana individual se debe a un problema objetivo, con el que se puede acabar mediante la actuación política.
Un tipo de mentalidad que suele caer en muy profundos errores de diagnóstico, del tipo de que el terrorismo islámico es fruto de la pobreza de las sociedades musulmanas -culpa, por supuesto, de Occidente- y que se terminará cuando se acabe con ella, a pesar de que no son infrecuentes los suicidas provenientes de familias adineradas y de que el móvil común de los terroristas es el fanatismo islámico.
La elección de los musulmanes como grupo mascota es caprichosa, aunque contenga las oscuras sintonías descritas anteriormente. Los defectos del grupo mascota se cubren con un espeso velo, en un gesto, voluntario y muy firme, de estricta irracionalidad. Aunque, por utilizar el argot, los musulmanes sean extremos en el machismo y en la homofobia, los ungidos nunca les afearán a los miembros de su grupo mascota pecados que les producen tan íntima y manifiesta repugnancia en cualesquiera otros. De hecho, los ungidos han inventado otro pecado nefando, la islamofobia, para la mejor protección de su grupo mascota.
Barack Husein Obama
Obviamente, se trata de una decisión unilateral, no correspondida, una especie de regalo sin contrapartidas. El hecho de que Barack Husein Obama haya seguido, muy fielmente, este extraño guión, prometiendo en su campaña electoral la retirada de las tropas estadounidenses de Irak y el cierre de Guantánamo, no impidió que un integrista, nigeriano, intentara hacer explotar un avión norteamericano en pleno vuelo, ni que el terrorista hubiera sido formado en Yemen por antiguos inquilinos de Guantánamo, inmediatamente reintegrados a la red de Al Qaeda nada más abandonar la prisión (...).
Alarmante demografía
Los datos demográficos europeos resultan, ciertamente, alarmantes respecto a la posibilidad de un cambio poblacional que haga a Europa irreconocible en un futuro próximo. El dirigente libio Gadafi ha afirmado que "hay signos de que Alá garantizará la victoria islámica sin espadas, sin pistolas, sin conquista. No necesitamos terroristas, ni suicidas. Los más de cincuenta millones de musulmanes que hay en Europa lo convertirán en un continente musulmán en pocas décadas". (...)
Caen los cristianos
Se conjugan, pues, dos fenómenos: el decaimiento demográfico de los cristianos europeos, con el dinamismo de los musulmanes. El primero ha venido marcado por la extensión del hedonismo, por la desestructuración de las familias y por la extensión de la cultura de la muerte, con fuertes incrementos del aborto.
Es decir, Occidente tiene problemas propios, un proceso autodestructivo, propio de etapas de decadencia. A esa disolución, uno de cuyos efectos colaterales es, sin duda, la grave crisis económica que padecemos, han contribuido diferentes pseudoideologías como el feminismo radical, el ecologismo deprimente o la promoción agresiva de la homosexualidad. También la secularización y descristianización del viejo Continente.
La exaltación del éxito profesional en detrimento de los valores familiares, la incorporación masiva al mercado de trabajo de las mujeres, sin plasmación de opciones reales de conciliación familiar, han actuado como vectores a favor de la espectacular caída de la natalidad.
El mismo modelo europeo denominado de Estado de bienestar, con alta intervención del Estado en la vida de las personas y fuerte expoliación de las clases medias, conjugado con intensos entramados de cultura de la subvención, ha favorecido los dos fenómeno contrapuestos. el de la caída demográfica de los occidentales y el del incremento de la de los islámicos.
En el primer caso, el valor hijo se ha disparado exponencialmente, pues, con frecuencia, las familias responsables se ven obligadas a acudir a centros educativos o sanitarios privados, de alto coste, al tiempo que la presión fiscal no ha hecho otra cosa que subir, de modo que esos fondos sirven para financiar, mediante subvenciones, el incremento demográfico de los musulmanes, que entran dentro de los baremos establecidos por las clases políticas para ser beneficiarios de las ayudas estatales.
Los europeos financiam el islam
Los europeos, en total contrasentido, están financiando la expansión islámica.
De hecho, la oferta de sanidad y educación gratuitas es el más poderoso efecto llamada para una inmigración no relacionada con el mercado de trabajo, dispuesta a vivir en guetos, sostenidos por ayudas públicas, La crisis económica es la quiebra de muchas de estas contradicciones y ofrece, en su tremendo dramatismo, posibilidades de transformaciones de un modelo inviable, marcado por la hipertrofia política y burocrática, y la expoliación de las clases medias.
El término ‘musulmanes' utilizado en los estudios demográficos precisa algunas matizaciones obvias. Los musulmanes no constituyen una unidad homogénea, o mucho menos de lo aparente. Existe una enconada y muy virulenta división entre suníes y chíies, según la opción originaria por la monarquía electiva, los primeros o la hereditaria, los segundos.
Por supuesto, las diferencias nacionales son muy intensas, por ejemplo entre marroquíes y argelinos. Turcos y árabes se odian. Los integristas consideran a la inmensa mayoría de los musulmanes como apóstatas. No ha habido gentes más dadas a la inestabilidad política y a la guerra civil que los musulmanes.
Por de pronto, el islamismo implica un fuerte componente racial, no demasiado conocido.
El pueblo elegido propiamente son los descendientes de Ismael, los árabes, siendo el resto, musulmanes de segunda. El idioma santo, en el único en el que puede leerse, aprenderse y recitarse de memoria El Corán es el árabe.
Constantes explosiones de violencia
Las dificultades para la estabilidad política y la convivencia humana son extremas porque incapaz de establecer el islamismo diferencias entre el Estado y la religión, y siendo Alá absoluto detentador del poder, la capacidad para establecer éste en el terreno humano sobre alguna base mínimamente firme son escasas, por no decir nulas.
De manera constante las poblaciones musulmanas han tendido a la tiranía y a formas autoritarias de gobierno, que han dado lugar a constantes explosiones de violencia. De hecho, el islamismo ni tan siquiera ha conseguido superar las formas tribales de organización.
La pujanza islámica, puro espejismo
El dinamismo demográfico o la visión imperialista que se desprende de la cita de Gadafi no han de confundirse con una pujanza islámica. Podría decirse que es precisamente el mundo musulmán el que vive una decadencia muy acusada. Desde los años veinte del siglo pasado carece de califa. Es un mundo depresivo y atenazado por intensos complejos, que percibe la superioridad de Occidente de manera angustiosa. (...)
Las sociedades musulmanas son conscientes de que, desde hace siglos, han vivido en el anquilosamiento y no han aportado nada en el campo de los descubrimientos científicos, algo que, sin duda, es consecuencia de las tendencias ultraconservadoras y fosilizantes del islamismo, cuya ortodoxia llevaría a la prohibición de todo libro que no sea El Corán y que, desde hace siglos, ha condenado la teología y la filosofía, el raciocinio en general, de forma que la enseñanza en las escuelas coránicas o madrasas es, básicamente, un lavado de cerebro: la repetición cansina y recurrente de unos textos que no pueden glosarse, ni debatirse.
Escasa relevancia económica
También es notorio que las sociedades musulmanas tienen una escasa relevancia económica, fuera de las reservas petrolíferas que se encuentran en el subsuelo desértico de algunas de las naciones islámicas. No siempre fueron desiertos sus territorios. El Norte de África ― Egipto y Túnez ― era el granero del Imperio Romano.
El vergel de Israel está rodeado de extensos territorios yermos. La misma riqueza del petróleo no ha producido tejidos industriales, ni economías fuertes, aunque sí algunas de las mayores acumulaciones personales de riqueza del planeta. Sin el consumo occidental del petróleo, las naciones musulmanas decaerían rápidamente y no podrían sostener, ni mínimamente, sus actuales niveles de población.
De hecho, es preciso insistir en que esos cincuenta millones de musulmanes que viven en Europa han tenido que marcharse de sus naciones porque carecían de posibilidades de salir adelante. Su misma supervivencia depende del mantenimiento de los valores occidentales de libertad que han dado lugar a la libre empresa ― hoy tan mediatizada en la decadente Europa intervencionista y burocratizada- y al despliegue económico, con sus adelantos técnicos y altos estándares de calidad de vida.
(1)-No nosso país, à imigração proveniente do Brasil, podemos acrescentar a de origem africana, a qual, mesmo a muçulmana ― proveniente de Moçambique e da Guiné-Bissau―, tem sabido adoptar, no essencial, as normas da sociedade portuguesa. Quanto a esta última, fica apenas a dúvida sobre o que poderá acontecer se o seu número aumentar significativamente (cf.
Efeitos corrosivos).
Via La Yijad en Eurabia.
Leia
Eurabia: The Euro-Arab Axis de
Bat Ye'Or.
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